Jaimito: “Pepito, te cité hoy porque me quería despedir.”
Pepito: “¿Adónde te vas?”
Jaimito: “Me voy de misiones por un año. Necesito despejar mi mente, llevo meses peleando con mi mujer y creo que la mejor manera de olvidar todo es tomarme un año sabático, lejos de todo y de todos. Quiero dedicarme a mí mismo.”
Pepito: “Te voy a extrañar, amigo. Te deseo lo mejor.”
Al día siguiente, Jaimito se marchó de misiones. Al llegar a la aldea fue recibido por el jefe Unga Unga.
Jefe Unga Unga: “Saludos, Jaimito. Bienvenido a la aldea de Sanuto el Grande.”
Jaimito: “Muchas gracias por este cálido recibimiento, jefe. Estoy aquí solo para ayudar y aportar a esta maravillosa comunidad. ¿Hay alguna regla que deba saber?”
Jefe Unga Unga: “La única regla es que no te metas con nuestras mujeres.”
Jaimito: “Perfecto. No se preocupe.”
Nueve meses después…
Jefe Unga Unga: “Buenas tardes, Jaimito. Mi hermana tuvo un bebé blanco anoche y tú eres el único blanco en toda la aldea. Debes morir por no acatar la ley de la tribu.”
Jaimito (nervioso): “Pero jefe, debe haber una explicación… Sé que se ve mal, pero estas cosas pasan. Mire, por ejemplo, hay muchas gallinas blancas, ¿y dónde están las gallinas cafés? Solo hay una.”
Jefe Unga Unga (pensativo): “Está bien, tú ganas. Me quedaré callado sobre el bebé si tú te quedas callado sobre la gallina.”