Un gato maullaba y ningún ratón se dejaba atrapar.
Entonces el gato cambió de táctica y empezó a ladrar y los ratones iban saliendo de sus escondites. El gato atrapó a un ratoncito y éste le dijo:
– ¡Eres un tramposo! Si eres un gato, ¿por qué ladras?
El gato, muy serio, le respondió:
– Mijo, es que hoy en día el que no sepa dos idiomas, se muere de hambre…
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