Pepito y su primo Jaimito eran muy traviesos siempre estaban metiéndose en problemas y si alguna travesura ocurría en su colonia este par de niñitos seguramente estaban involucrados.
La mamá de Pepito escucho que el sacerdote del pueblo había tenido mucho éxito disciplinando niños así que le pidió que hablara con ellos, el sacerdote acepto pero pidió verlos de forma separada así que la mamá envió primero a Pepito.
El sacerdote era un hombre muy enorme con una voz muy profunda sentó a Pepito frente a él y le pregunto con su voz grave:
– Hijo me podrías decir ¿dónde está Dios?
Pepito se quedo boquiabierto pero no respondió solo se quedo sentado, callado y con los ojos pelones así que el sacerdote repitió la pregunta en un tono todavía más grave:
– ¿Donde está Dios?
De nuevo Pepito no contesto entonces el sacerdote subió de tono su voz y aun más agito su dedo apuntando frente a la cara de Pepito:
– ¿Donde está Dios?
A escuchar de nuevo al sacerdote Pepito salió asustado de la capilla corrió hasta su casa y se escondió en el baño azotando la puerta, y Jaimito al ver a Pepito llegar a casa y que corre al baño le dice:
– Pepito, Pepito ¿qué paso?
Y Pepito dice a Jaimito:
– Ahora si estamos en graves problemas, Dios está perdido y creen que nosotros lo tenemos.