Estaba Pepito en clases cuando la maestra le dirige la palabra:
– Pepito. ¿Y tu tarea?
– Se la comió mi perro.
– ¿Pero no pudiste imprimirla de nuevo?
– No, porque sucede que mi perro también se comió la impresora.
– Esto es serio, Pepito. Tendré que llamar a tus padres.
– No se preocupe por eso profe, mi perro también se los comió a ellos.
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